Los suizos han rechazado mayoritariamente la implantación de un sistema público de (in)seguridad social. En concreto la han rechazado con un 70% de los votos.
La han rechazado porque no ven con buenos ojos eso de pagar en función de la renta y sobre todo porque los promotores de la iniciativa habían querido engañarles dejando para después de la votación el debate sobre cuánto les costaría y cómo se financiaría el elefante que pretendían crear: deme un cheque en blanco que ya me encargaré de cobrarlo cada año de su vida.
Envidia sana es lo que uno tiene cuando ve un país en el que cuando un político ofrece algo la gente lo primero que se pregunta es: ¿y cuánto me va a costar?
Aquí, sin embargo, aplaudimos con las orejas cada vez que un político promete cualquier cosa, aunque sean calzoncillos de protección oficial en alquiler.
lunes, 12 de marzo de 2007
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